lunes, 14 de mayo de 2018

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miércoles, 1 de marzo de 2017

¿Qué hago si no puedo pagar el préstamo?

Los bancos pueden ofrecer periodos de carencia o ampliaciones de plazo para pagar la hipoteca pero a cambio exigirán compensaciones

“Cualquier persona o empresa que diga que, por una cantidad de dinero, os puede resolver el problema, sencillamente os está mintiendo”, explica la  la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en su página web a los que ya no pueden pagar el préstamo concedido por el banco. La asociación que, surgida durante la crisis, recomienda “calma, mucha calma” a la hora de plantearse qué hacer cuando el dinero no alcanza para liquidar la cuota mensual. “He visto negociaciones con bancos en las que las entidades no pasan a atenderte hasta un determinado número de pagos, otras que buscan una solución extrajudicial para evitar que su ratio de morosidad suba, o clientes que han firmado acuerdos peores del que ya tenían”, relata Fernando Sanahuja, socio del despacho de abogados Sanahuja Miranda. Entonces, ¿cuáles son las opciones que aconsejan los expertos para salir de situaciones de este tipo o, por lo menos, aliviarlas?
“Lo ideal cuando no se puede hacer frente a una cuota del préstamo o de la hipoteca es hablar con la entidad”, señala el director de la empresa de intermediación financiera RN Tu solución hipotecaria, Ricardo Gulias. De lo contrario, dejar de pagar la cuota sin más, advierte el portal web Finanzas para todos, publicado por el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), puede acarrear “graves problemas”. La deuda puede engordar y la situación puede terminar con el embargo de bienes y el desahucio. “En caso de impago la entidad bancaria efectuará reclamación extrajudicial y, si la situación se mantiene sin cambios, presentará demanda judicial”, afirma Sanahuja. “Puede optar también por la reclamación a través de un notario, si bien es una opción poco habitual”, añade.

Reducir la cuota con carencia o ampliación del plazo

“En los últimos tiempos las cosas han cambiado mucho”, admite Gulias, “la banca ahora está más dispuesta a mediar, llegando a buscar soluciones menos drásticas”. Un giro que ha sido posible, en su opinión, gracias también a las acciones de movimientos como la PAH. Así, según el Código de buenas prácticas bancarias –valido para préstamos hipotecarios y puesto en marcha por el Gobierno en marzo de 2012–, la entidad puede proponer un período de carencia. Durante este tiempo, solo se pagarían los intereses, sin amortizar el capital, o, se abonaría solo una pequeña cuota de capital durante uno o dos años, según Sanahuja. Aunque en el primer caso el importe prestado por el banco inicialmente no baja, la carencia puede suponer un apaño “hasta que tengamos una situación laboral mejor y más estable”, subraya Gulias.
Otro acuerdo que pueden ofrecer los bancos, siempre dependiendo de la situación del cliente, consiste en reducir el tipo de interés, el euríbor más 0,25 durante el periodo de carencia; o, incluso, ampliar el plazo de amortización del capital hasta 40 años (“fue algo habitual y una práctica extendida si bien en la actualidad no se está dando prácticamente”, indica Sanahuja). El objetivo es el mismo: la reducción de la cuota mensual. Estas medidas pueden ayudar “a pasar las malas rachas”, señala Finanzas para todos, pero “normalmente significan que el préstamo será más caro al final del plazo”. En opinión de la PAH, “hay que ir con mucho cuidado, porque puede resultar que finalmente la reducción de la cuota no era tan significativa como pensábamos o porque disminuye durante un período pero después vuelve a subir, incluso más que al principio de la operación”.

Quita de la deuda

Una de las críticas de la plataforma a este código de buenas prácticas es lo riguroso de las condiciones que exige para poderse acoger a él. Es el caso de la quita de la deuda, es decir, su reducción. La norma aprobada en 2012 establece que, para solicitar una reducción de la deuda, la cuota de la hipoteca que propone el banco tiene que suponer más del 60% de los ingresos del deudor. Y eso, tras haber aplicado previamente la carencia, la ampliación del plazo y la reducción del tipo de interés. En todo caso, los que logran conseguirla, podrán “vender el inmueble por un precio acorde al mercado y quedarse sin deuda”, asegura Gulias.

Dación en pago

La entrega de la vivienda para cancelar la deuda hipotecaria, en el marco del código de buenas prácticas de la banca, supone la última a la que solo pudieron acogerse 2.188 personas en 2015, un 22,6% menos que en 2014, según los datos publicados el año pasado por el Ministerio de Economía. Aunque hay que tener en cuenta que la situación económica ha mejorado y cada vez hay menos personas en esa situación.
La llamada dación en pago se aplica solo cuando los demás intentos han fracasado, y solo si la cuota de la hipoteca sobrepasa el 60% de los ingresos y si el valor de la vivienda no es superior a 200.000 euros en ciudades de más de un millón de habitantes, 180.000 euros en localidades de más de medio millón, 150.000 euros en ciudades de más de 100.000 habitantes, y 120.000 euros en localidades con una población inferior a este nivel.

Subrogación y cancelación del préstamo

Cuando se subroga un préstamo hipotecario, este pasa a manos de otra entidad que puede cambiar el tipo de interés o la duración, o se puede añadir capital adicional, según indica la página web de BBVA. Por el contrario, “al cancelar un préstamo y formalizar otro nuevo, es posible volver a negociar todos los apartados”. Los costes son distintos en los dos supuestos. En el caso de la subrogación, existe una comisión que puede alcanzar el 1% del capital pendiente para préstamos anteriores al 27 de abril de 2003. A partir de entonces se rebajó al 0,5%. La nueva entidad puede también cargar los gastos de notaría, registro y gestión. Las comisiones por cancelación son las mismas que por subrogación, pero hay que sumarles la comisión de estudio, la de constitución y los gastos de tasación del inmueble.

Reunificación de todo lo que queda pendiente

Existen empresas que se dedican a reunificar las deudas, es decir, juntan bajo un solo préstamo todas las deudas pendientes de un hogar: hipoteca de la vivienda, letras del coche, financiación para otras compras,... Estas empresas “piden un préstamo o hipoteca para cubrir el conjunto de las obligaciones crediticias”, explica BBVA en su web. La ventaja es un descenso importante de la cuota mensual, pero hay dos consecuencias importantes que hay que tomar en cuenta: el período de pago aumenta, así como la cantidad final a desembolsar, debido al aumento de los intereses y a los costes asociados a la reestructuración de la deuda, como las comisiones por cancelación y los gastos para abrir otro préstamo.

 

Nespresso y Netflix entran en el IPC y salen el brandy y los DVD

El INE actualiza la cesta de la compra con la que se elabora el indicador de inflación, que pasa a tener 479 productos

Las cápsulas de café (Nespresso, Dolce Gusto…), los servicios de música y vídeo online (Netflix, HBO…) o los juegos de azar forman cada vez más parte de la vida y del bolsillo de los consumidores. Por eso, han empezado ya a ser tenidos en cuenta para elaborar el Índice de Precios al Consumo (IPC), el indicador de inflación que cada mes elabora el Instituto Nacional de Estadística. En el otro lado, productos cuyo consumo ha caído en desuso como el brandy o los DVD grabables dejan de ser parte de la cesta.
El pasado 31 de enero, en la nota en la que informaba del dato adelantado de inflación, el INE ya advertía de que el dato había sido elaborado con la nueva base 2016. Hasta entonces, la base que utilizaba el organismo estadístico databa de 2011. La nueva base, decía la nota, incluye "cambios en la composición de la cesta de la compra" con la que se calcula el índice de precios y una "actualización de la estructura de ponderaciones", para "mejorar la representatividad" del indicador.
La cesta de productos que manejaba el INE hasta diciembre de 2016 incluía 489 artículos divididos en distintos grupos (alimentación, transporte, vivienda…). La nueva cesta, según informa el INE, tendrá 479 productos y servicios. Esa lista, que se actualiza periódicamente, incluye desde el pan, las legumbres, las frutas y verduras frescas, el pescado fresco o congelado, los distintos tipos de carne (hasta 36 productos de alimentación), ropa y calzado de hombre, mujer o niño, el alquiler de la vivienda, hasta servicios como el agua, teléfono, la electricidad, el gas, el alcantarillado, la recogida de basura, pasando por los muebles, electrodomésticos, textiles o menaje para el hogar, artículos de limpieza, el servicio doméstico, medicinas, servicios médicos, coches, carburantes, transportes, equipos de imagen, sonido o informáticos, juguetes, artículos deportivos, libros, publicaciones, educación (distinguiendo por niveles), viajes, etc. Dentro de estas categorías se incluyen productos concretos, cuyas marcas el INE nunca facilita. Unos salen y otros entran y se cambia la ponderación de los productos (el peso de cada uno en la cesta).
Por ejemplo, salen productos como el brandy, las vídeocámaras (cuya venta ha ido en descenso por la competencia de los teléfonos móviles) o los DVD grabables. Por el otro lado, entran las cápsulas de café, los servicios en línea de música y vídeo y los juegos de azar. Desde el INE explican que en esta última categoría entrarán los distintos juegos de Loterías y Apuestas del Estado y todos los sorteos de la ONCE, aunque no entran las apuestas. En cuanto a los servicios de vídeo online, entrarán solo los que se pueden contratar de forma independiente, como Netflix, mientras que los que formen parte de un paquete contratado con una operadora seguirán siendo incluidos en la partida de telefonía, aclaran desde el INE.
En la anterior actualización, en 2011, entraron las tabletas, los miniordenadores (notebooks) y los discos duros portátiles y dejaron de contar en el índice el alquiler de películas y los CD grabables, que se adelantaron a sus primos hermanos, los DVD, que en 2017 siguen sus pasos. La vertiginosa adopción y abandono de productos tecnológicos tiene así su reflejo en el índice.

Nueva ponderación

La fuente para la selección de los artículos que forman parte de la cesta de la compra para el IPC es la Encuesta de Presupuestos Familiares, también del INE, que proporciona información sobre a qué bienes y servicios destinan su dinero los ciudadanos. Luego, los precios de los productos seleccionados se recogen en 29.000 puntos de venta de 177 municipios españoles, las 52 capitales de provincia y 125 no capitales). En total, se recogerán cada mes 220.000 precios para calcular el IPC.
Además de los productos que entran o salen de la cesta, cambia también la ponderación de esos productos (cada cinco años) y de los grupos en los que quedan incluidos dichos productos (anualmente). Por un lado, el INE incorpora la clasificación europea de consumo, “denominada ECOICOP (European Classification of Individual Consumption by Purpose), que consta de 12 grupos, que a su vez se desglosan en 219 subclases, frente a las 126 actuales.
Por otro, hay grupos que ganan peso y otros que lo pierden. En la nueva ponderación, se da más importancia a la alimentación y bebidas no alcohólicas, que pasa a representar un 19,77% de la cesta, frente al 18,74% anterior; a la Vivienda, que pasa del 12,51% al 13,3%, y al ocio y la cultura, del 7% al 8,52%. Igualmente, ganan importancia las partidas de bebidas alcohólicas y tabaco (del 2,77 al 3,02%), Medicina (del 3,4 al 3,96%), Comunicaciones (del 3,44 al 3,6%), Enseñanza (1,59 al 1,68%) y Hoteles y Restaurantes (del 11,6 al 12,12%). En el lado contrario, la partida de Vestido y Calzado, que pesaba un 7,6%, adelgaza hasta el 6,73%. Además de esta, pierden peso las partidas de Menaje (del 6,14% al 5,88%), Transporte (del 15,6% al 14,67%) y Otros Bienes y Servicios (del 9,61 al 6,75%).

 

jueves, 27 de noviembre de 2014

jueves, 3 de abril de 2014

SALARIO MÍNIMO EN ALEMANIA

Berlín aprueba el salario mínimo con excepciones para jóvenes y parados

Luis Doncel Berlín 2 ABR 2014 - 20:42 CET

El salario mínimo será una realidad en Alemania a partir del próximo año. Para sacar adelante una medida que la canciller Angela Merkel criticaba durante la campaña electoral por considerar que perjudica al empleo, los socialdemócratas del SPD se han visto obligados a hacer algunas concesiones duramente criticadas por los sindicatos. El acuerdo, cuyos últimos flecos se perfilaron durante esta semana para ser aprobado este miércoles por el Gobierno, supone un profundo cambio para los trabajadores alemanes peor pagados, que desde el próximo 1 de enero tendrán que cobrar al menos 8,5 euros brutos por hora.
“En Alemania hay demasiados ciudadanos que se ven obligados a trabajar a cambio de salarios demasiado bajos y que no se benefician suficientemente de la buena evolución económica. Esto perjudica la cohesión de nuestra sociedad y no debe continuar”, aseguró enfática la ministra de Trabajo e impulsora de la iniciativa, la socialdemócrata Andrea Nahles.
Para poder mostrar una victoria ante los suyos, Nahles ha tenido que aceptar una importante excepción: los parados de larga duración no se beneficiarán del salario mínimo en los seis meses siguientes a encontrar un empleo. La ministra pretendía reducir el número de personas que se queden fuera del salario mínimo, pero finalmente la excepción afectará al millón de parados de larga duración que hay en Alemania. El año pasado, 170.000 de estos desempleados encontraron un empleo. También podrán cobrar menos de los 8,5 euros los menores de 18 años sin cualificación y los becarios. La puesta en marcha del salario mínimo se hará de forma gradual a lo largo de los dos próximos años.
Los socialdemócratas marcan la agenda, pero no despegan en las encuestas
Las críticas a la norma vienen tanto de los sindicatos, que consideran que los socialdemócratas han cedido demasiado ante las presiones de sus compañeros democristianos de coalición, como de los empresarios, por justamente lo contrario. Frank Bsirske, líder del sindicato Verdi, considera “discriminatoria” la exclusión de los parados de larga duración. Con similiares argumentos disparó también contra el proyecto el partido de izquierdas Die Linke, convertido en líder de la oposición.
La patronal, en cambio, subraya los efectos perniciosos que el salario mínimo puede tener en el mercado laboral. El presidente de la Federación Alemana de Oficios, Hans Peter Wollseifer, aseguró que la decisión del Gobierno se trata de “un grave error”. Wollseifer considera “un falso cebo” pagar cerca de 1.500 euros al mes a un joven de 18 años sin formación que acaba de salir de la escuela. Los empresarios apostaban por llevar la frontera de los empleados sin salario mínimo hasta los 21, 23 o incluso hasta los 25 años. Pero la ministra Nahles se plantó y no aceptó esta reclamación.
La medida que el SPD presentó como un requisito sine qua non para firmar el pacto de Gobierno con los democristianos de Merkel puede tener un impacto importante. En Alemania Occidental, más del 10% de los trabajadores ganan menos del recién aprobado salario mínimo. Y este porcentaje se dispara hasta el 25% en el Este, según el Instituto IWH. Un estudio del Instituto Trabajo y Cualificación estima que en Alemania hay 6,6 millones de trabajadores por debajo de los 8,5 euros a la hora. Esto supondría que casi uno de cada cinco empleados podría beneficiarse de la nueva norma.
Con este paso adelante, los socialdemócratas colocan una —otra más— de sus propuestas en la agenda del Gobierno. Además del salario mínimo, Sigmar Gabriel y los suyos han impulsado un arsenal de iniciativas entre las que se encuentran la polémica reforma energética, la jubilación a los 63 años para los que hayan cotizado más de 45 años, el freno a los precios de los alquileres, las cuotas de las mujeres en los consejos de administración de las empresas y la doble nacionalidad para los hijos de inmigrantes. El problema es que este aluvión de reformas no parece traducirse en un respaldo creciente al SPD en las encuestas, sino todo lo contrario. Mientras, la diamantina canciller se beneficia. Es muy pronto aún para decirlo —el Gobierno lleva poco más de 100 días— pero algunos recuerdan ya el resultado que dieron las anteriores dos coaliciones de Merkel: ella salió fortalecida y sus socios de las dos últimas legislaturas —primero los socialdemócratas y luego los liberales— se desplomaron.